Hasta finales del siglo XIX, se creía que el tejido nervioso estaba constituido por células unidas entre sí que formaban una red. Camilo Golgi estudió el sistema nervioso usando
métodos de tinción celular y dio a conocer estructuras nerviosas desconocidas hasta el momento; fue, además, uno de los científicos defensores de la teoría reticulista. Sin embargo, para la misma
época, Santiago Ramón y Cajal, utilizando las tinciones de Golgi, pudo comprobar que, en realidad, el tejido nervioso está formado por miles de células separadas que se comunican entre sí
mediante espacios vacíos. Por sus aportes, en 1906, ambos científicos compartieron el Premio Nobel de Medicina.