Frederick Sanger recibió dos veces el Premio Nobel de Química. Se dedicó a estudiar la estructura de las proteínas, en particular, de la insulina. En 1954, determinó su estructura exacta y
comprobó que cada proteína tiene una secuencia específica. Aplicó la técnica electroforética y la cromatográfica. Con electroforesis, los aminoácidos de las proteínas ― en este caso, la insulina―
migran a través de un campo eléctrico, de acuerdo con su peso y su carga eléctrica, y llegan a posiciones diferentes, dejando sus rastros, a los que este científico denominó “huellas
dactilares”.